Pequeño Relato . La pared seca, el banco caliente y el sol dominando, hasta que la intensa nube consiguió atraparlo, lo envolvió de tal manera, que esta con su negra panza comenzó a soltar agua, en el momento exacto, en que el anciano Arturo pisó su portal. Allí debajo de aquel árbol, con hojas amarillas, quedaba su querido banco; pero por fin ¡llovía! ¿Que más podía pedir?
Septiembre - 26 - 09
Septiembre - 26 - 09
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