Con la sombra de los chopos álamos y negrillos, permanece retador a través de los siglos el puente romano sobre el río Alberche, en las cercanías del pueblo abulense de Navalosa. Sus guardianes, las enormes piedras de granito que resisten las "caricias" de las aguas tranquilas del verano y los violentos choques de las furiosas en invierno, todas ellas a lo largo de las laderas y barrancos en estribaciones de la sierra de Gredos. Buen clima en un entorno, donde tan solo nuestros oídos captan el rumor de la chorrera y el silbar de los chopos hacia las alturas.

Pintura al oleo, con espátula, al aire libre y bajo los árboles del bonito pueblo de Biar. Una interpretación pictórica de la corteza del pino, que tenía delante y donde de vez en cuando,me llevaba un buen susto, porque debajo de esta corteza se asomaban con sumo cuidado diferentes insectos, a los que, como es lógico, con mis movimientos incordiaba bastante. Terminé mi pintura y ya en casa trasteando, archivos, dibujos y pinturas decidí de forma digital sacar a la luz de las pantallas aquellos seres vivos a los que tanto incordié. Este debía ser mi homenaje. Con diferentes programas, plasmé estos insectos disfrutando en su medio, que yo, de forma intrusa había prohibido. ¿Por qué a ellos no les ha de gustar estar en las pantallas?.