Debía encontrar la manera de disfrutar lo visto y oído hacía tan solo unos instantes. La tormenta, con todos sus colores y sonidos había cesado y la lluvia fuerte me había hecho detener el coche, cuando terminaba mi fin de semana en una aldea pequeña de la gran sierra. Bajé del coche y abrí bien los ojos, desde allí, dominé un paisaje incomparable. Mi olfato se inundó de perfumes. Las múltiples flores se apresuraron a soltar su fragancia, cuando las nubes cansadas ya de esperar habían soltado toda su agua. La tranquilidad, y las fragancias, junto a la vista natural que se extendía ante mí, fue suficiente, para que yo reflexionara y decidiera en pocos momentos. Había salido de mi mente la razón para una nueva forma de vida y los motivos estaban claros,debía quedarme en este valle para disfrutarlo y además, tenía que hacer lo posible para que el mayor número de personas lo disfrutaran. Ya no soportaba más la ciudad, contratos y más contratos de trabajo, con los que no llegaba ca...